Historiador y profesor de un colegio, hace difusión de la cultura japonesa en un sitio web y en redes sociales gracias a «Japonistas Chile»; tiene un programa de radio que se transmite cada viernes llamado «Japonistas Radio» y el 30 de agosto lanzará su primer libro sobre la influencia de Dragon Ball en Chile en el GAM. Y no solo eso: a futuro espera crear un instituto de estudios japoneses en el país. Aquí, la historia de cómo un joven de 30 años partió con esta iniciativa y de dónde nació su amor por la cultura nipona.
José Joaquín Suzuki V.
Un llavero con una bola del dragón, de la serie Dragon Ball, cuelga de la mochila de Paulo Delgado (30). Ese objeto hecho refleja el amor incondicional de este historiador titulado de la Universidad Diego Portales por la cultura japonesa y uno de sus máximos exponentes en el país: el animé creado por Akira Toriyama en 1984.
«Como les pasó a muchos en mi generación, hubo una fuerte influencia de la animación japonesa. Pensemos en 1990, globalización, apertura de Chile en todo sentido: cultural, económica y política. Bajo este contexto, los canales se hicieron más tolerantes y empezaron a traer anime a Chile. Y bueno, mi hobby cuando niño era ese: ver éstas series de animación japonesa”, comenta Delgado.
Este tipo de cultura que habla ha penetrado fuertemente en la cultura chilena. No es causalidad que -en el lugar donde se hizo esta entrevista, en el patio de comidas del mall Espacio M, ubicado en el centro de Santiago- un gran grupo de jóvenes estaba intercambiando y jugando cartas Pokemon. “Influencia de la cultura pop”, dice riendo Delgado, quien se autodenomina como un especialista autodidacta en cultura japonesa.
¿De dónde viene esta fascinación? “Esto parte cuando era bien joven», explica el también profesor de historia de un colegio en Ñuñoa. «Hay un proceso en que los niños activan su parte crítica, analítica, donde empiezan no solo a ser repetidores de lo que consumen. Y yo, cuando chico, me hice ese cuestionamiento sobre la animación japonesa”
—¿En que sentido?
“Empecé a contrastar la animación estadounidense con la japonesa, notando muchas diferencias entre uno y otro. Y de forma curiosa empecé a averiguar. Mis padres siempre han tenido muchos libros y enciclopedias. Comencé, de forma autodidacta a revisar, a buscar Japón: la historia, imágenes… obvio que no encontré nada de animé o cultura pop. No existía nada en la época”.
Desde inicios de los 90, Dragon Ball, Sailor Moon, Caballeros del Zodiaco, Ranma 1/2, Mikami, Digimon y Pokemón comenzaron a ser transmitidas por los canales chlenos. Era algo totalmente novedoso para la audiencia nacional.
—¿Qué te llamó la atención?
“Me pareció que la animación americana era bien vacía, autoconclusiva, no había un mensaje más allá. En cambio, la animación japonesa, siempre había un trasfondo y te intrigaba a conocer más. Después me fui enterando que era una cultura milenaria, rica y que estéticamente e ideológicamente me llamaba la atención».
Así transcurrió su adolescencia, hasta que llegó cuarto medio y la decisión de qué estudiar. Entró al Bachillerato en Ciencias Sociales en la U. Diego Portales. Se licenció, pero aún no resolvía cómo seguir con sus estudios.
Estuvo un año en Derecho. No le gustó —esencialmente— «porque vi que estando allí no me iba a poder acercar a Japón”, Tras eso, vino un año de Arquitectura en la UDP, donde tuvo algunos acercamientos a la cultura japonesa. Ya en 2009, ingresó a Historia en la misma universidad. Pensó que ahora sí iba a poder vincular su carrera con Japón.
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«Me encontré con que la escuela de Historia de la UDP tiene dos ramas principales: historia de América o de Chile. Nuevamente pensé cómo se puede vincular a Japón», comenta Delgado.
Asumiendo esa barrera, tomó todos los ramos sobre historia de oriente, los cuales se enfocaban -principalmente- en Medio Oriente y China. También fue a charlas y eventos ligados a Japón.
«Yo fui buscando a Japón todos estos años. Fui acumulando conocimiento y sentí de alguna forma que tenia que desarrollarlo en algo más académico. Llegó el año de la tesis y yo, tercamente, no quería que mis estudios en Japón fueran en vano», recuerda.
Los profesores eran reacios a aceptar que se hiciera una tesis sobre historia de Oriente, en especial porque no eran las líneas principales de la Escuela, como también por la falta de fuentes para investigar un tema. Habló con el director de la carrera, quien le aceptó la propuesta, pero con una condición: un aspecto de Japón vinculado con América o Chile.
Fue allí que se acordó de un hecho que había ocurrido años antes: en 2007 —para los 110 años de las relaciones diplomáticas entre Chile y Japón— había escuchado una charla del profesor Ariel Takeda, quien escribió el libro Anecdotario histórico: Japoneses Chilenos (primera mitad del siglo XX).
«Recordé esa instancia y dije: voy a hacer mi tesis sobre los descendientes japoneses en Chile”, dice Delgado.
Dentro del libro de Takeda, hay una parte donde se analiza qué decía la prensa chilena cuando llegaban los japoneses a Chile. Para Delgado, este tema no estaba profundizado, por lo que decidió indagarlo. Así nació la tesis “Imaginario de la migración japonesa en Chile”.
—¿A que conclusiones llegaste?
“En resumen, en el mundo obrero chileno, a inicios en el siglo XX, trataban como patrimonial lo que era propio de su clase obrera. Esto era la minería y la agricultura. Decían que no les gustaba que se venga a meter gente en esas áreas. Y lo que pasó es que se enteraron que la clase oligárgica querían traer japoneses porque encontraban que eran mas disciplinados y eficientes que los obreros chilenos. Fue una idea, pero nunca llegaron masivamente».
«Sin embargo, los obreros chilenos igual se defendieron. ¿Cómo? Usaron la prensa a su favor, hablando muy mal de los japoneses: qué iban a traer enfermedades, qué se iba a deformar la raza, qué traían religiones y creencias extrañas y que era un mal para el país. La conclusión es que los obreros de inicio del siglo XX tenían el patrimonio de la tierra y la minería y si venía alguien extranjero —no importa quien era— lo destruían con esos discursos xenófobos a pesar de que eran de la misma clase social. Igualmente, en ese mismo contexto hay dos periodos: hablaban cuando Japón estaba en la guerra ruso japonesa, donde ellos apoyaban a sus colegas obreros japonesas, pero cuando se enteraban que venían a Chile, los trataban mal”
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Tras licenciarse, estudió un año más para sacar la pedagogía media en historia. Si bien pensaba que con eso perdía su vinculación con la cultura japonesa, lo volvió a ligar en las aulas de clases. “Hice una investigación, para titularme como profesor, de cómo incorporar la cultura juvenil en una clase para hacerla más atractiva”, explica.
También, en colegios donde trabajó, comenzó a hacer talleres de historia japonesa para los estudiantes. Fueron un éxito. A fines de 2016, ya en vacaciones de fin de año y sin poder seguir hablando sobre Japón, encontró otra vía: “Me di cuenta que en 2017 se cumplían los 120 años de las relaciones diplomáticas entre Chile y Japón. Como era historiador, profesor y me gusta el tema, ¿cómo no iba a hacer nada?”.
Esto terminó en la creación de una página que, en primera instancia, iba a ser destinada a publicar su tesis. Cuando pensó en el nombre se le ocurrió una frase que había escuchado en un seminario sobre Japón: «Japonistas».
El origen proviene -según Delgado- de una profesora japonesa, que trabaja en México y quien es una eminencia en estudios japoneses en Latinoamerica. «Tuve la oportunidad de conversar con ella en un congreso que se realizó en Chile y ella nos denominó a todos los que estudiamos Japón como ‘Japonistas’”, cuenta. Era el termino que buscaba y el inicio de Japonistas Chile.
La primera parte del 2017, comenzó a subir los contenidos de su tesis, en fragmentos. Paralelo a eso, en julio, se contactó con el Centro de Estudios Integrales de Japón (Ceija) para hacer una charla conmemorativa de los 120 años. Fue un éxito y eso conllevó que Japonistas Chile se hiciera conocido. También se hizo conocido gracias a las redes sociales (Facebook e Instagram) que tiene y que le ayudan a difundir contenido sobre cultura japonesa en Chile.
Así, durante 2017, realizó charlas en el GAM, el Instituto Chileno-Japonés y el Ceija. Pensamiento japonés, cultura pop, historia, relaciones internacionales eran los temas, siempre con una buena asistencia.
Cuando estaba terminado el año, un amigo le contó que estaba haciendo un programa de radio en el centro. Se sorprendió al ver lo fácil que podía ser tener un programa de radio. Le preguntó cómo lo podía hacer.
La radio se llama Radio Hoy, la cual fue creada por un abogado amante de las telecomunicaciones y cuyo contenido se transmite por internet. Delgado fue a hablar con él, presentándole la idea de un programa sobre cultura japonesa. A éste le gustó la idea, pero le dijo que le hacia falta un auspiciador para financiar el espacio.
Delgado se contactó con la Cámara de Comercio Chileno-Japonesa, la Embajada de Japón en Chile, hasta que apareció Mitsubichi, quien donó dinero para el primer mes de Japonistas
Así se inició el imperio japonista de Delgado.
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Cada viernes, de 17:00 a 18:30 y en los estudios ubicado en la calle Santo Domingo, Delgado y Constanza Veloso -directora de Ediciones Zero– entrevistan a personas que están ligadas a Japón: en 34 capítulos, han conversado sobre su cultura pop, literatura, artes marciales, música, exposiciones, psicología, arte e incluso sobre los famosos retretes japoneses.
—¿Qué esperas de Japonistas?
“Soy ambicioso el proyecto de Japonistas. Se lo he comentado a Constanza (Veloso) y es que ojalá Japonistas se institucionalice en muchos años más. Qué se convierta en un especie de instituto de estudios japoneses en Chile. También que a futuro tuviera una editoral. Qué Japonistas tuviera académicos y profesores pensando Japón en Chile, que sacaran sus estudios en libros, bajo el sello de Japonistas”.
—Actualmente no existe un centro que haga investigación sobre Japón…
“Claro. En estudios japoneses no hay un Instituto Confusio como el que tiene la Universidad Católica. Pero para allá apunto. Sé que es ambicioso, difícil, burocrático, pero así como he avanzado lentamente en esto, espero que en un par de años más algo se puede lograr”.
Las ambiciones de Paulo Delgado no terminan allí: espera estudiar un postgrado en Japón, ya sea como historiador —retomado el tema de la migración japonesa a Chile— o como profesor, vinculando la cultura pop japonesa y cómo traerla a los jóvenes chilenos.
«Quiero que den el mismo salto que yo hice: de pasar a ser un aficionado a que se convierta en algo más académico”, explica. Y sentencia: “Quiero que los futuros profesionales puedan hacer esta conexión, este puente, entre Chile y Japón”.
«Dragon Ball se convirtió en una parte de la cultura pop chilena (…) hoy es casi como hablar de Condorito»
El 30 de agosto, Paulo Delgado vivirá un momento único: lanzará su primer libro llamado «¡Sal de ahí Shenlong! 20 años de Dragon Ball en Chile» en el GAM. Tres días después, tendrá un segundo evento de lanzamiento, en el Dragon Ball Expo 4 en Espacio Arte Matta.
La publicacióm es una recolección de hechos que revelan como ha sido el impacto de la serie en Chile desde que se estrenó en la televisión, en abril de 1997.
—¿Cómo fue el proceso para llegar al tema de este libro y cómo fue la investigación?
“Desde chico tenía intención de ojalá hacer algo con Dragon Ball. Era una idea que siempre tenía guardada. Y el año pasado, en una de las charlas que dí, dije muchos ejemplos de Dragon Ball, ligándolo siempre a la cultura japonesa. En ese evento estaba la editora de Ediciones Zero, Constanza Veloso, a quién le encantó cómo traté el tema. Se contactó conmigo y me comentó que le gustaría que su primer libro publicado fuera uno de Dragon Ball”.
“Nos conocimos, me explicó la idea y me entusiasme. Se juntaban tres cosas que me gustan: tuve que hacer un trabajo como historiador para investigar; de profesor, difundiendo la cultura pop japonesa y mi gusto personal por la serie. La novedad del libro está en que habla sobre qué ha pasado en estos 20 años con la serie en Chile”
—¿Y qué ha pasado?
“Por ejemplo, ha habido invitaciones a actores de doblaje latinoamericanos. En ese contexto explico cómo la serie fue adaptada a Latinoamérica. Hay varias tesis de cómo el anime se ‘latinoamericaniza’. Esto ocurre mucho en el doblaje, porque hay muchas series que el folclore japonés es importante y está el problema de cómo se adapta a Latinoamerica. El doblaje mexicano ha hecho muy buen trabajo con eso. Dragon Ball no tenía mucho modismo que adaptar, pero el doblaje fue tan bueno que parte se le atribuye a eso que la serie haya pegado tanto en la región»
“También repaso los eventos que se hicieron en torno a la serie, el estreno de las películas en cine. Por ejemplo, lo que pasó el año pasado con DBZ Super en el cable. Fue un éxito de raiting”.
—Para ti es un tema muy personal, como fanático de la gente…
“El libro traté de escribirlo de una manera neutral. No le tiro flores a la serie. Reconozco que no es perfecta, entonces trato de hacer una revisión más histórica mostrando las cosas buenas y malas que la serie ha tenido. Entre las cosas malas, está la censura que hubo: se le acusó que era diabólica. También muestro algunas incoherencias que tuvo”
—¿A quiénes entrevistaste que supieran de este tema?
“Uno de ellos fue el fundador del canal ETC TV, Hernán Schmidt. Él fue quien compró los derechos de transmisión. Me contó cuánto costaban los episodios, qué auspiciadores tenía, y la repercusión que tuvo en el medio. ETC mantuvo, casi interrumpidamente, la serie viva por 20 años. Me confesó que la única vez que tuvieron que dejar de darla, fue por culpa de Cartoon Network, porque compró los derechos para toda Latinoamérica”.
—Me llamó la atención el final de DBZ Super, el hecho de qué muchas personas fueran a ver el capítulo en plazas, en un evento masivo. ¿Cómo analizas este fenómeno?
“Estos acontecimientos nos está hablando que, en Latinoamerica, esta serie no quedó como algo anecdótico, sino que caló en lo profundo en la gente. Estamos hablando de generaciones de fans de Dragon Ball, como Star Wars. La serie se convirtió en una parte de la cultura pop chilena. Por ejemplo, en portadas de algunas revistas de Barrabases para ejemplificar un duelo entre Chile y Japón, el japonés tiene el pelo de Goku. ¿Quién no conoce a Goku hoy día? Hablar de Dragon Ball hoy en Chile es casi como hablar de Condorito. Y el libro refleja eso: está rescatando este legado de 20 años de cómo la serie se impregno en la cultura chilena y cómo fue el puente para conocer la cultura japonesa. Esto le ocurrió a muchos. Y me incluyo entre ellos”.

No soy de la generación que disfrutó la serie que impactó a PAULO, sin embargo he sido testigo de la dedicación de PAULO por conocer más de la cultura japonesa que ha transmitido a sus cercanos y así me ha ido encantando.
Anhelo que PAULO encuentre apoyo para cumplir sus planes de especializarse en la tierra donde se creó la serie.
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Felicitaciones al Historiador Paulo Delgado por acercar la cultura japonesa a Chile a través del análisis de juegos.
Espero siga difundiendo el espíritu y la Honor de los Samurai y ciudadanos del imperio del Sol Naciente.
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