«Sayonara» y el trasfondo del teatro contemporáneo coloquial de Japón

Por José Joaquín Suzuki V. 

Una luz ilumina el escenario. Sentada, en una silla y vestida totalmente de negro, hay una figura humana. Una mujer absolutamente quieta.

La gente que ingresa a la sala del Centro Gabriela Mistral (GAM) murmuran entre ellos sobre lo que están viendo. Si bien quien está sentada parece ser una mujer de unos 40 años, realmente es un androide creado por el profesor Hiroshi Ishiguro en la Universidad de Osaka y que está en Chile actuando en «Sayonara», la obra de teatro de Oriza Hirata.

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Hirata (1962, Tokyo) es reconocido en Japón por ser una de las figuras relevantes en la escena teatral moderna de ese país. Esto luego de que en 1983 fundara la compañía de teatro Seinendan (青年団, el cual significa asociación de jóvenes), donde comenzó a desarrollar un estilo llamado «teatro coloquial contemporáneo». 

Según la explicación de Hirata, en una entrevista publicada en The Japan Foundation, tras el impacto cultural que significó la apertura a Occidente, el teatro japonés cambió su forma de contar historias, tanto en la forma de escribir los guiones como también las temáticas. 

Es por eso que el dramaturgo planteó la necesidad de volver a las raíces, creando obras que se centren en el uso del lenguaje cotidiano japonés. «La esencia del teatro coloquial contemporáneo es un movimiento para acabar con el lenguaje dramático ideologizado que resultó de la importación directa del teatro occidental y recrearlo desde un punto de vista del lenguaje en si mismo», dijo en esa entrevista.

Desarrollando más la idea -la cual también plasmó en un libro llamado «For Contemporary Colloquial Theatre», que ha servido como texto de estudio para varias generaciones de dramaturgos japoneses- agregó que «el japonés es un lenguaje en que el orden gramatical puede ser cambiado libremente y en coloquialmente hablamos con repeticiones de frases en donde las palabras que queremos enfatizar son trasladadas al inicio de la frase. Pero, como los guiones son hechos bajo un esquema fijo, los actores son forzados a hablar con una extraña forma de colocar énfasis en las palabras importantes que no es natural en el japonés y los actores que son capaces de realizar esto con destreza son considerados buenos actores».

Hirata también profundizó esto en un punto de prensa que tuvo con los medios chilenos el 20 de marzo pasado: «El teatro llegó a Japón desde Europa hace unos 100 años. En ese momento también se importó la forma de hablar, la dramaturgia. Pero había una diferencia en la forma de expresarse entre japoneses y europeos. Después en los años noventa en Japón se hizo una reestructuración general de las obras, se construyó una forma de hacer teatro específicamente pensada desde la cultura japonesa, desde su forma de hablar».

Es un estilo de obras que habla de una manera muy cotidiana, muy propia de Japón. Hasta entonces, no había un modo japonés de hacer teatro».

Seis años después que formara su compañía de teatro, debutó con su primera obra llamada «Ciudadanos de Seoul» en 1989. Pero, su consolidación como estrella vino en 1994, cuando estrenó «Notas de Tokyo» la cual es considerada como su obra maestra y por la cual obtuvo el premio Kishida de Dramaturgia al año siguiente. 

Tras eso, Hirata ha montado más de 40 obras y ha obtenido reconocimientos tanto en Japón como en el extranjero.

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Durante tres días, del 23 al 25 de marzo, la obra «Sayorana» se presentó en Santiago, la cual sirvió como apertura del año teatral del GAM.

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«Sayonara» trata sobre la historia de este androide -que es capaz de hablar y expresar sentimientos, pero no caminar- que recita poemas en japones, francés y alemán a su dueña, una mujer que está enferma terminal y que busca compañía en este robot, el cual fue adquirido por su padre hace muchos años. 

En los casi 30 minutos que dura la obra se puede apreciar otro rasgo del teatro que aspira Hirata. Según se explica en el sitio oficial de Seinendan, la vida de cada uno está casi llena con momentos quietos y sin acontecimientos notables.

«(Hirata) usualmente utiliza muchos de estos momentos tranquilos para sus obras. Nuestra existencia por si misma ya es dramática y sorprendente. Por naturaleza, la vida contiene aspectos complicados y fértiles. La vida puede ser entretenida, graciosa, divertida y estúpida en cualquier momento. Nos abstraemos y luego reconstruimos arriba del escenario estos complicados elementos. Así, intentamos presentar los momentos tranquilos de la vida directamente en el escenario».

Durante muchos pasajes de «Sayonara» -el cual tiene dos actores humanos solamente- existen silencios, frases cortas, respuestas monosílabas, palabras coloquiales japoneas y chistes. Justamente, para intentar reflejar la cotidianidad de lo que podría ser un futuro no muy lejano en Japón: la convivencia entre los humanos y los robos.

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Al finalizar la obra, la producción de ésta invita a los espectadores a acercarse al escenario para que tomen una foto al androide.

Es indudable que una de las novedades de porque la gente va a ver «Sayonara» es, el hecho de que un robot sea uno de los protagonistas de la obra. «La reacción es diferente cada vez porque esta es una obra de teatro. Las audiencias japonesas están acostumbradas a ver robots y hay diferencias sutiles en muchos países donde no es tan común ver robots», dijo Hirata al ser consultado por este aspecto.

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El androide -que se puede separar en dos partes y es trasladado en maletas- es manejado por un ingeniero especializado durante la obra. Su creador fue Hiroshi Ishiguro, famoso ingeniero japonés, quien es reconocido por haber creado un robot que es una réplica de él. Incluso, por esta obra, ganó el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología que otorga el Ministerio japonés de Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología.

Todo comenzó cuando ambos se conocieron en la Universidad de Osaka. «Había escrito varias obras que trataban tópicos vinculados a las ciencias, por lo que tenía un poco de interés en este ámbito. También había realizado investigaciones en conjunto con psicólogos cognitivos, así que no estaba particularmente incomodo de realizar proyectos con robots», explica Hirata, quien tiene otras obras donde androides son los protagonistas.

Su montaje en Chile -como también en otras partes del mundo- generó un debate sobre el rol de los robots en obras de teatro o cine. «Creo que va a tardar más de 50 años para que los robots reemplacen completamente a los actores», comentó Hirata a los medios chilenos.

Sin embargo, fue más cauto sobre cual será el rol que jugarán en estas producciones:  «Como los gráficos generados por computadores hicieron que los extras de Hollywood ya casi no se necesiten, los robots reemplazaran a los actores en ciertas escenas que sean peligrosas». 

Agregó que si bien es posible, teóricamente, que podría haber obras donde los robots sean actores, sean directores e incluso los guionistas, «no hay certeza de que las audiencias humanas piensen que sean interesantes. Un auto puede ser más rápido que los humanos, pero las carreras en los Juegos Olímpicos aún existen. Lo mismo con el ajedrez: creo que con el teatro es lo mismo».  

Nosotros hemos estado en 20 países alrededor del mundo. Dentro de eso, esta es nuestra primera vez en Latinoamérica. Pienso que esto generará un lazo más fuerte entre ambos países. Por supuesto, agradezco mucho y es un honor estar aquí en Chile. Agradezco que nos hayan recibido Espero poder traer más obras en el futuro, no solo con androides».

 

Fotos: Gentileza GAM.

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