“Tsunami Ladies”: el documental que muestra la conexión de seis mujeres sobrevivientes de maremotos en Chile y Japón

Vivencias comunes y resiliencia tras un desastre natural es lo que enseña esta obra audiovisual ーfilmada en el archipiélago asiáticoー donde la cocina funciona como un elemento esencial para entender esta dinámica. Los ideólogos del proyecto pretenden que ésta sea una muestra de que los lazos humanos son esenciales para afrontar catástrofes como la que sufrió Caleta Tumbes hace una década o Minamisanriku en 2011.

Por Jose Joaquín Suzuki V.

Desastres naturales es una palabra que para los chilenos y japoneses evoca memorias ingratas. Los habitantes de ambos países históricamente han sufrido los embates de huracanes, erupciones volcánicas, incendios forestales, terremotos y maremotos, entre otros.  

Si bien son los malos recuerdos los cuales frecuentemente se asocian a este tipo de hechos, no es lo único que comparten ambos países. Historias de resiliencia, reconstrucción y de apoyo entre sus habitantes son parte de los relatos que existen durante y después de ocurrido esos desastres.

Con la idea de poder mostrar esa faceta es que dos expertos en el área de desastres naturales ーVíctor Orellana (arquitecto, quien fue parte del equipo de trabajo para la reconstrucción tras el 27-F y también fue subdirector de la ONEMI durante 2014 y 2018) y Emiliano Rodríguez (co-director de PACIFICO, una agencia de comunicaciones enfocada en la resiliencia urbana y reducción del riesgo de desastres)ー decidieron crear y producir el documental “Tsunami Ladies: Mujeres resilientes de Chile y Japón, conectadas por el mar”, el cual fue estrenado el 27 de Febrero de 2020, cuando se cumplieron 10 años del terremoto y maremoto que sacudió la zona centro sur de Chile, el cual dejó 512 muertos, 16 desaparecidos y 800 mil personas afectadas.

Gentileza foto: Emiliano Rodríguez

«Las reflexiones que hemos tenido (con Emiliano) siempre han sido de ir viendo cómo mostrar aristas distintas del tema de los desastres”, comenta Orellana y agrega: “A lo mejor no tan trágicas, sino que ir pensando cuáles son las cosas positivas que aparecen después de los desastres”. 

Rodríguez refuerza la misma idea. “Uno de los objetivos es recordar, pero la pregunta es recordar cómo, porque de los desastres se suele hablar cuando ocurre o incluso, al recordarlos, de una forma muy negativa, un poco paralizante”. Dice que existe un desafío en el campo de la gestión de riesgo “de abordar (los desastres) de una forma preventiva, positiva, de conectarlo con otros aspectos de la cultura que pueden llegar a fortalecer a una comunidad frente a futuros impactos”.


Víctor y Emiliano se conocen desde hace años por temas laborales, pero recién el 2018 empezaron a concretar esta idea que habían bosquejado ーen parteー gracias a sus vínculos con Japón: ambos han tenido la oportunidad de viajar en varias oportunidades al archipiélago asiático y conocer más sobre cómo sus ciudadanos reaccionan frente a los desastres naturales. 

Si bien existen diferencias en la infraestructura y tecnología para enfrentar este tipo de hechos, los dos expertos enfatizan que existen rasgos comunes entre los dos países. Y explican uno que se da de forma natural. “Hay historias comunes de desastres: con el terremoto de Valdivia (de 1960) se generó un tsunami que mató gente allá en Minamisanriku (localidad ubicada en la prefectura de Miyagi), entonces para ellos Chile significa tsunami. Hay una conexión bien particular, de cómo está configurada la cuenca del pacífico (por el círculo de fuego del Océano Pacífico), que los terremotos que se generan en Chile van directo para Japón y los que se generan en Japón vienen directo para Chile”, relata Víctor Orellana. 

«La memoria es super potente.. En Japón y en Chile tenemos muchas historias que contar que desastres, más que cualquier otro país seguramente. Esa experiencia, que es de sobrevivencia, también la podemos transformar en un conocimiento para que estar mejor uno preparado, pero también para enseñarles a otro que hacer. Esa es la base más importante de la memoria”.

Víctor Orellana, coproductor del documental

Emiliano Rodríguez complementa: “Existe esta conexión física, como también la de intercambiar conocimiento sobre estos fenómenos. Pero es algo muy distinto cuando se juntan ciudadanos a conocerse y compartir sus experiencias y a descubrir puntos en común”. 

Orellana apoya esta idea, diciendo que “allí está la clave en el fondo. Cuando se habla de que Japón y Chile son países resilientes, uno puede hablar de las infraestructuras, de la tecnología, pero al final las bases son las personas”. 

La hipótesis que buscaban encontrar era si el concepto de kizuna (絆, que en japonés significa lazos entre las personas) se podía aplicar entre personas de dos comunidades distintas, pero han sufrido experiencias similares. “Lo quisimos explorar desde la perspectiva del ciudadano que vive en las costas y que están conectados de primera mano con el mar. Queríamos ver si efectivamente los ciudadanos que viven en la costa también sienten esa conexión a distancia de Chile con Japón y viceversa”, comenta Rodríguez.  


Los dos expertos sabían sobre la historia de las caletas pesqueras de la VIII Región que fueron azotadas en el terremoto. Habían visto cómo las mujeres se organizaban y ーdice Orellanaー “tomaban ellas el mando de los pueblos, empezaban a reconstruirse en base a la economía más local, sobre todo con el tema de la cocina”. 

El empoderamiento femenino en este tipo de desastres fue un tema que quisieron mostrar en el documental. “Elegimos trabajar con mujeres porque en muchos pueblos pesqueros ellas han sido las líderes de la reconstrucción, luego de que los hombres que se dedicaban a la pesca perdieron sus embarcaciones tras el tsunami. Es desde el lugar de la mujer, de darle de comer a su comunidad y desde la mano del turismo y la cocina, que convierten en un pilar de la reactivación económica”, puntualiza Rodríguez.  

Gentileza foto: Emiliano Rodríguez

Lo interesante, recalcan, es que este mismo fenómeno ocurrió en Japón. El mismo Rodríguez explica que “muchas mujeres pudieron empezar su propio negocio en el momento en que la destrucción era total. Antes del desastre era imposible que una mujer ーen estos pueblos tradicionales del norte de Japónー tuviera su propio negocio”.

Para encontrar a las cocineras chilenas que quisieran participar, Victor viajó a caleta Tumbes en 2018. Allí, cinco años atrás, había conocido a una mujer que atendía un restaurante cuando fue a esa zona acompañando a una comitiva de japoneses que venía a ver la reconstrucción. 

Cuando le dijo a ella si quería ir a Japón a participar de este encuentro, ella no lo creyó. Tras varias conversaciones, aceptó y reclutó a dos mujeres más. Finalmente, Silvia Sepúlveda, Rosa Mora y Ana María Bobadilla viajaron a Asia.

En Japón acudieron a la ayuda de la ONG “Women’s Eye” ーque trabaja en el empoderamiento femeninoー donde su directora, Megumi Ishimoto, les brindó asesoría para reclutar a sus contrapartes japonesas. Las escogidas fueron Mieko Matsuno, Tamiko Abe y Akane Onuma. 


En octubre de 2018 partieron hacia Japón. Tras varias horas de viaje en avión y en tren bala (shinkansen) llegaron a Minamisanriku. Allí se dio el primer encuentro entre las seis mujeres. “Cuando llegamos naturalmente había distancia: el acercamiento se fue dando a partir de conversaciones. Las primeras veces se fueron contando su historia, su relación con el mar, su experiencia de haber sobrevivido el tsunami y como en algunos casos esa experiencia se transformó en una oportunidad para hacer cosas que nunca se habían animado a hacer”, relata Emiliano Rodríguez. 

Si bien al principio habían traductoras, lentamente gracias a la empatía, el humor y traductor de Google ーmás la realización de actividades como el viajar en un barco y pescarー pudieron romper la barrera del lenguaje. 

“Muchas veces se hablaban en su propio idioma, sin pasar por la traductora y en muchos casos se lograban entender”, dice Rodríguez. “En el momento que esto llego al climax fue cuando llegamos a la cocina”. 

Las seis mujeres, en la cocina de un hotel que arrendaron para la ocasión, presentaron los ingredientes de sus respectivos países y explicaron la identidad de su país a partir de los platos. El primer día cocinaron cosas por separado, donde al final mostraron sus resultados. Sin embargo, Emiliano y Víctor le plantearon el desafío de que hicieran algo en conjunto, que inventaran una receta. 

«Es más importante ir más allá de la parte dura de los desastres. Sentimos que hay un potencial enorme de aumentar la resiliencia en forma positiva, creativa contando historias de vida y contando las transformaciones de la gente que afrontó un problema o un impacto de esta magnitud y que salió adelante y que lo aprovechó como conocimiento”

Emiliano Rodríguez, coproductor del documental

El resultado fue unas empanadas fritas de pulpo con wakame (que es una especie de alga japonesa). “Todos los ingredientes eran de allá, porque una de las cocineras japonesas, la Tamiko (Abe), cultiva algas y pulpos. Entonces fue super emotivo, ya que ellas fueron a andar en bote y sacaron algas, pulpo y ostras y después lo cocinaron”, cuenta Orellana. De hecho, la receta se llama “empanada Tamiko”. 

Rodríguez explica que la idea de que las mujeres cocinaran representa un concepto en sí mismo: “Es un lenguaje universal que esperábamos que nos permitiera conectar a los dos países. Por otro lado, para estos pueblos de mar, en un momento que sufren el impacto del tsunami, también necesitan del mar para seguir subsistiendo. Aquí hay una relación entre el impacto, la reactivación económica y la comida que naturalmente viene del mar”. 

Para él, esto se ve reflejado en una frase que una de las cocineras japonesas, Tamiko (Abe), dice en el documental: «Yo le tengo pánico al mar, por lo que pasó, pero estoy profundamente agradecida al mar porque vivimos de él». “Esa contradicción es bien interesante. Quisimos identificar algunas de esas historias y generar un encuentro a partir de líderes de esas dos comunidades”, finaliza. 

Gentileza: Equipo «Tsunami Ladies»

En el Teatro Dante de Talcahuano, y durante las actividades de conmemoración de los 10 años del 27-F, se estrenó el documental que fue dirigido por Nicolás Kasakoff y que contó con el apoyo de la Embajada del Japón en Chile, JICA Chile, la Fundación Alto Río y la Municipalidad de Talcahuano. 

Eso sí, es solo un extracto de parte de las horas de grabación que posee el equipo, quienes tienen proyectos ambiciosos: “Esto lo vemos como un primer capítulo de una serie documental que nosotros llamamos ‘Las mujeres y el mar’ y que estamos en conversaciones con diferentes medios para hacer en conjunto la producción y distribuirlo”, explica Rodríguez. 

Gentileza foto: Emiliano Rodríguez

Pero también esperan mostrarlo cuando se cumpla una década del terremoto en Japón de 2011. “Tenemos el desafío y lo conversamos de ir a mostrarlo a Japón el próximo año, el 2021. Siempre lo hicimos pensando en los dos días”, dice Orellana. 

La historia de estas seis mujeres que sobrevivieron a un desastre natural, salieron adelante y que pudieron compartir entre ellas a pesar de la barrera del idioma y la distancia, aún no termina de contarse.  

El trailer oficial del documental

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